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El demócrata Jimmy Carter llegó en 1977 a la Presidencia de
EEUU transmitiendo una imagen de honestidad y decidido a hacer
de los derechos humanos una consideración integral de la política
exterior de su país. La aplicación de este principio ético a las
relaciones con la URSS afectó a la distensión nixoniana y, junto con la
invasión soviética de Afganistán y la decisión de desplegar los
euromisiles de la OTAN pese al tratado SALT II de limitación de
armamento nuclear estratégico, condujo sin desearlo a una segunda Guerra
Fría en 1979.
Carter apadrinó los Acuerdos de Camp David (1978) que
sellaron la paz entre Israel y Egipto, accedió a entregar a Panamá la
soberanía del Canal (1977) y estableció relaciones diplomáticas con
China Popular (1979), pero la debacle en Irán —el derrocamiento del sha
por la Revolución Islámica y la crisis de los rehenes de la Embajada en
Teherán— agudizó su imagen de debilidad. Acuciado además por la segunda
crisis del petróleo y la estanflación, el mandatario perdió la
reelección ante el republicano Ronald Reagan en 1980.
Tras dejar la Casa Blanca, Carter se mantuvo activo internacionalmente como mediador de conflictos, promotor de la democracia y monitor electoral, labor sobresaliente que le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 2002.
Tras dejar la Casa Blanca, Carter se mantuvo activo internacionalmente como mediador de conflictos, promotor de la democracia y monitor electoral, labor sobresaliente que le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 2002.
Tanto o más importante que esta dedicación humanitaria desde la
vertiente política fue el empeño que el Centro Carter, en coordinación
con la OMS, puso en la prevención, tratamiento y erradicación de
enfermedades parásito-infecciosas en África y Asia: el balance de estas
campañas sanitarias contra las por él llamadas dolencias "innecesarias",
con millones de personas salvadas del sufrimiento, la discapacidad y la
muerte, ha sido excepcionalmente positivo. Por ejemplo, la virtual
supresión global de la enfermedad del gusano de Guinea o dracunculiasis
(del millón de casos conocidos a finales de la década de los ochenta se
ha pasado a apenas 12 diagnosticados en 2022, por lo que ya se habla de
la segunda enfermedad humana en ser erradicada después de la viruela) es
atribuida en buena medida a los denodados esfuerzos de la ONG del ex
presidente. (...)
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